La Dominación Femenina En El Hogar

Un viernes por la noche era el día en que ambos sumisos se les permitirían quitarse la jaula de castidad. Pasó un mes sin que ambos hombres estuvieron encerrados. No cometieron ninguna falta y cumplieron cada orden de las damas sin objeciones ni quejas. Sara tuvo una idea la cual a Julieth le encantó. Ambas damas mandaron llamar a sus sumisos a una habitación. Las damas usaban una vestimenta similar. Julieth usaba un top negro y unos pantalones de cuero a la cadera negros y botines negros de tacón mientras que Sara usaba un corsé rojo y una minifalda negra con botas de tacón negras hasta la rodilla.
Ambos sumisos tocaron la puerta de dicha habitación y esperaron, “Adelante,“ dijo una de las damas. Ambos sumisos entraron a la habitación algo ansiosos, se inclinaron con la cabeza al piso frente a su respectiva esposa. Julieth estaba sentada en las piernas de Sara. Ella tomaba de la cintura a su novia, “Bien caballeros, sabemos que están esta noche emocionados,”dijo Julieth mientras se inclinaba contra el pecho de su amante, “Y si hoy dejaremos que tengan varias erecciones y eyaculen por esta noche.” Los sumisos se emocionaron por las palabras dichas por la dama, “Pero tenemos una nueva actividad para los cuatro,” dijo Julieth mientras que Sara le besaba el cuello.
Los dos sumiso se miraron algo preocupados, haciendo reír a ambas damas, “Dado de July y yo somos novias oficiales,” dijo Sara con una sonrisa malvada, “Ustedes dos van a ser novios y amantes a partir de esta noche.” Ambos sumisos se asustaron. Los sumisos ya habían probado el sexo anal aplicado por su respectiva dama pero no esperaban llegar a tal extremo. “Pueden no aceptar pero eso solo provocaría aumentar su labores domésticas,” dijo Julieth al ponerse de pie mostrando la llave de su marido, además de aumentar el tiempo de su encierro, “dijo Sara al pasar la llave de su marido por entre sus labios de manera provocativa. Para este momento ambos sumisos ya estaban desesperados por ser liberados. A ambos les excitaba ver a sus esposas juntas y ser torturados por ambas le llegó a gustar. Además había una clausula en el contrato donde decía que estas actividades se harían en privado y era una regla que todos cumplían sin excepción. Inclusive ambas damas limitaban su contacto en la calle, “Julio miró a un preocupado John. “Lo haré solo si tú quieres hacerlo.” “Si tú lo estas, yo lo hare “dijo John. Ambos sumisos se inclinaron ante cada dama, “Si señoritas lo haremos, “dijeron los sumisos. Las dueñas se encontraban extasiadas.
Ambas damas permitieron a cada sumiso subir a la cama y cada sumiso se acostó a lado de su nuevo novio, mientras que cada dama se acostaba a un lado de su marido para poder ver la acción entre hombres. “Que esperan, dense un beso, “dijo Sara algo emocionada. Fue entonces cuando Julio tomó del rostro a John para acercarlo y se dieron un beso algo torpe. “Vamos chicos pueden hacer algo fuerte, ¡queremos ver u buen beso francés!,” dijo Julieth al tomar la nuca de su marido y ayudarlo a aumentar la intensidad del beso y ambos hombres se besaron intensamente abriendo la boca y metiendo la lengua.

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